En el primer Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Francia en 1881, participaron 300 personas, dirigentes de las obras eucarísticas en los países europeos. En el transcurso de los 125 años siguientes, la forma de los congresos ha evolucionado mucho, llegando a reunir entre 12.000 y 15.000 personas durante una semana de celebraciones, adoración, catequesis, eventos culturales,  encuentros fraternales y compromisos en favor de los más necesitados.


Misa mayor pontificia en el Estadio de Chicago, el 21 de junio de 1926, Día de los niños.

Los eventos públicos, en particular la misa de clausura, reúnen a importantes muchedumbres. También hay que destacar que cada congreso viene precedido de un simposio teológico y pastoral para profundizar en algún aspecto del Misterio Eucarístico.

El artículo 20 de los Estatutos del Comité Pontificio de los Congresos Eucarísticos Internacionales (1986) estipula lo siguiente:

“En la preparación del congreso, se concederá, sobre todo, importancia a una catequesis más intensa sobre la Eucaristía especialmente en cuanto es misterio de Cristo vivo y actuando en la Iglesia… a una participación más activa y consciente en la Sagrada Liturgia… a la búsqueda atenta de iniciativas y la realización diligente de obras sociales de manera que la mesa eucarística sea verdaderamente de solidaridad y comparta con los pobres…”

Desde 1881, el Papa siempre ha sido representado por un delegado especial en la celebración de los Congresos Eucarísticos Internacionales. En 1964, el Papa Pablo VI participó en las dos jornadas de finalización del congreso celebrado en Bombay, iniciativa que repitió su sucesor Juan Pablo II.

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